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    Nuevos   escritores

UNA REALIDAD INVISIBLE

 

La luz del sol por la mañana toca mi piel, le da un calor que me avisa que es hora de despertar; me volteo al otro lado de la cama para darle un beso en la mejilla a mi marido antes de comenzar mi día. Bajo a la cocina para hacerles el desayuno a mis tres hijos y a mi esposo, cuando el agua de panela está lista mis 3 tesoros ya están en la mesa con una sonrisa de oreja a oreja, mi esposo Samuel baja, toma un pocillo y dice "voy tarde, hoy voy a ir a poner la cerca eléctrica"; se pone su sombrero y se va. Juan, el más pequeño pregunta "¿Por qué van a poner una cerca eléctrica?", yo respondo: "por precaución mi pequeño hijo".

Luego de desayunar fuimos todos a la sala, Esteban y Carmen estaban viendo televisión. Juan insistió que fuéramos a ver las vacas y los caballos, así que salimos hacia el establo; Juan era feliz en la finca corriendo por los prados verdes. Vi como Juan corría hacia los caballos, volteé a mirar a la casa y mis otros dos angelitos estaban riendo, al otro lado de la finca mi marido en su caballo y con su sombrero puesto regresaba.

De repente abrí los ojos, había sido otro sueño de cómo era tan feliz antes de que me quitaran todo. Yo seguía aquí en la ciudad bajo el puente de la 68, lejos de mi campo, lejos de todo lo que me hacía feliz. Tenía puesta la ropa de hace tres meses, mi pelo estaba como un pegote y junto a mí había un letrero que decía: "Ayúdame, soy desplazada". Siento miedo, este nuevo mundo es diferente a todo lo que he conocido, es extraño, acá la gente no es humanitaria como en mi campo. Los días transcurren y las personas pasan a mi lado, nadie me mira, nadie se da cuenta de mi existencia y del sufrimiento que llevo; rezo por ellos, porque aunque yo haya perdido casi todo, aún conservo la chispa de mi corazón; rezo para que les sea devuelta esa chispa que prende la vida. El tiempo pasa y siento que me estoy contaminando de este mundo gris, tengo miedo de perder lo que me mantiene viva, mi yo interior, tengo miedo de perderme.

Otra mañana igual que siempre, nada ha cambiado, la gente pasa y soy invisible a los ojos de este mundo tan ficticio. De repente entre la multitud me siento observada por unos ojos que a la distancia se detienen y me miran profundamente, levanto la mirada para buscar esos ojos y no puedo parpadear observando como esa mirada desconocida entra la multitud se acerca a mí. ¿Quién era esa sombra tan única?, ¿es una mujer?, ¿un niño?, ¿Quién es?, levanté mis manos  y limpié mis ojos con mis puños haciendo movimientos circulares; volví a mirar sorprendida y reconocí  a un hombre joven, tal vez tendría unos 20 años, de altura promedio y pelo castaño claro enredado. Con una sonrisa puso frente a mi letrero un billete nuevo de dos mil  pesos, me sonrió y siguió su camino. Mi chispa de vida me animó a no dejarlo ir y sin saber por qué grité: “¡espera!”,  él se volteó sorprendido y con esto entendí que era un ángel que había llegado a mi vida y que no podía dejarlo ir así nomás. Rápidamente me paré, caminé unos cuantos pasos para llegar a él, "gracias" le dije y él me contestó: "no es mucho, no tienes porqué agradecerme”. Yo con lágrimas en los ojos y una sonrisa le dije "no es por el dinero que te agradezco, sino porque ya me había rendido y tú me acabas de demostrar que aún existe humanidad en este mundo, eso trae esperanza nuevamente a mi vida”.  Él me sonrió y siguió su camino. Yo regresé a mi lugar de siempre, pero esta vez no me senté, tomé el dinero que había recogido hasta el momento y caminé, no sabía qué camino tomar ni para dónde ir, sólo tenía fe en mi destino y en que mi alma me guiaría para llegar a él.

 

Mis pies estaban ya cansados, mi cuerpo no daba más, no había comido bien desde hacía una semana, pero algo me decía que tenía que seguir; no podía rendirme ahora cuando mi fuerza interna era tan fuerte. Sin embargo llegó un momento que mi cuerpo ya no tuvo  más fuerza, por más que quisiera seguir ya no podía; en un momento mis pies no reaccionaron y caí, mientras caía sentí como si estuviera cayendo a un hoyo sin salida; golpee el piso, se sintió tan frío como un hielo, quedé mirando los pies de la gente y me di cuenta como seguían y no se detenían a ayudarme. Seguía siendo invisible para este mundo, pasaban sin notar que yo estaba ahí. En ese momento y por primera vez sentí rabia y odio; no entendía como ellos que tenían todo sufrían por cosas vanas e insignificantes. Nadie me brindaba su ayuda, para ellos yo era tal vez una simple desplazada más, tan acostumbrados estaban a vernos que ya su mente bloqueaba esas imágenes y no me podían ver. Esta manera de evadirme era la mejor forma para no tener que afrontar la dura y triste realidad de su país. De repente un pensamiento se fijó en mi cabeza, no siento nada, ya no siento tristeza ni odio, nada. Pensé que tal vez debería alegrarme por esta falta de sentimiento, afrontar la realidad sería más fácil, pero a mí eso no me hace feliz, no me hace feliz porque eran síntomas de que estaba perdiendo mi chispa interior y que estaba entrado al mundo de la oscuridad.  

 

Luego de unos minutos me levanté del piso y me di cuenta de que mi destino había tomado una vuelta radical. Pregunté a un señor que pasaba a mi lado "¿hacia dónde queda el centro de la ciudad?", él un poco asustado por mi aspecto me dio las siguientes instrucciones: "camine derecho unas diez cuadras y después a su izquierda encontrará la plaza principal" y se alejó rápidamente de mí. Seguí sus instrucciones y llegué a la Plaza de Bolívar; allí encontré a muchos en mi situación, otros desplazados que la sociedad rechaza. Me acerqué a uno que llamó mi atención y le dije sin pensarlo dos veces: "quiero una nueva vida"; él me miró con cara extraña y soltó una carcajada y me respondió: "vaya a buscar su nueva vida en otro lugar mamacita”. Seguí caminando decepcionada, lo admito, esperaba una respuesta que me confortará. Sentí una gota, la lluvia venía y me alegré, los habitantes de esta ciudad desaparecieron en un instante buscando un lugar con techo, yo fui feliz sintiendo esas gotas mojando mi pelo, mi ropa, resbalando por mi cuerpo, era como ducharme en mi finca, en mi hogar. La lluvia se puso cada vez más fuerte tanto que algunas gotas me golpean demasiado duro en los brazos, pero a mí no me importaba era como un milagro en ese momento en mi vida.


Subí mi cabeza mirando al cielo y abriendo los ojos vi las gotas caer y vi pasar mi vida, comenzaron a rodar lágrimas de mis ojos, unos ojos que ya no brillaban, los ojos de una desplazada más sin esperanzas, sin ilusiones y sin sueños. Desvanecí sobre el piso, maldije, sin embargo entendí que no serviría, pues nada me iba a devolver a mis hijos, mi esposo, mi campo, mi vida. Acá estoy esperando que tal vez otro ángel cambie mi destino o que la muerte llegue por mí.

 

 

Valentina Mora

10B

Crimen 2

 

 

Encontré varias cosas interesantes y bastante relevantes para empezar a realizar la lista de sospechosos, la madre, no trabajaba, sin embargo encontré varios sospechosos investigando a la madre ya que había tenido varios romances estando casada. Por otro lado el padre, empresario, ganaba mucho dinero, pero lo que ganaba iba directo al tráfico de armas, el padre tenía una vida oculta, esto me daba razones para sospechar de sus socios o personas con las que había trabajado.

 

Empecé por el último amante de la esposa, era un hombre bastante nervioso, sin embargo no estuvo en el país para la fecha del asesinato, estaba de viaje en Bulgaria, este simple hecho lo hacía desaparecer de mi lista. Después interrogué al segundo sospechoso, un traficante de armas ruso con el que el padre había intentado negociar hace poco 120 pistolas grabadas por Steve Dunn, sin embargo el padre cambió algunas reglas del contrato y mi sospechoso ruso se molestó bastante así que empezó a enviar una serie de amenazas, él era el hombre que encajaba en mi definición de asesino para este caso.

 

Comencé a interrogarlo, se veía incómodo, se movía mucho, no me hablaba. Empecé preguntándole sobre el tráfico, con su acento marcado me respondió básicamente que eso era lo que había hecho siempre, luego fui directo a las amenazas, le pregunté por la familia del hombre asesinado, me quitó la mirada de encima y esto me dio casi certeza de que había sido él. Sin embargo después de unos 5 minutos aceptó que lo había amenazado pero me dijo con seriedad absoluta que no sería capaz de dejar a dos niños huérfanos ya que sus padres lo abandonaron y sabía muy bien lo difícil que es vivir sin padres, y por último me dijo algo que me dejó inquieta, me dijo que los niños ya vivían bastante infelices para hacerlos aún más, luego de esto, se negó a responder más preguntas. Envié su arma al laboratorio, para hacer las pruebas de balística correspondientes y nada resultó, las estrías de las balas del ruso no coincidían con las del caso, sin embargo no me limité a este resultado, ya que era traficante de armas y estaba la posibilidad de que tuviera muchas otras así que pedí una orden de cateo.

 

Esa noche llegué a mi casa, cansada y estresada, tomé un baño caliente en la tina y me decidí a dormir, apagué todas las luces, pero no podía concentrarme.  Quedé sumergida en pensamientos, el padre, la madre, los niños, el amante y el ruso, todo era tan confuso. Sin embargo así llegué a la conclusión, no tenía que buscar a nadie, la lista se había reducido a una persona que siempre estuvo frente a mí.

 

 

 

 

Ana María Ruíz

10B

 

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